Aviso importante |
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En la bifurcación de ambas variantes, en San Miguel de Escalada, ha habido obras y han quitado la señal que indicaba este punto. Hasta que se reponga la señal, usar el plano de San Miguel de Escalada y el track para tener claro el unto de bifurcación. |
En esta zona se edificaron los más importantes monasterios, alguno activo aún y tres de ellos en estado de conservación relativa. Bien podemos llamar a esta zona la ruta de los monasterios y como tal debería figurar en las guías y señalizaciones de carretera. Ruta aconsejada para amantes de la historia y del arte.
Gradefes (Gatrefes) es el centro administrativo municipal de 19 pueblos, estos pueblos son fundaciones antiguas sobre villas romanas, como indica su nombre, repobladas en los siglos IX y X y dependientes de los monasterios de Gradefes , Escalada y Eslonza primero y de Rueda del Almirante después.
El monasterio de Santa María de Gradefes fue fundado como cenobio de las monjas bernardas el año 1168. Pocos años después comienza la edificación de la iglesia y demás dependencias, gracias a las propiedades que donan los fundadores, D. García y Doña Teresa Pérez y a las generosas dádivas de las dotes y de los fieles, por toda la zona.
La abadesa de Gradefes tenía jurisdicción civil y criminal en varios pueblos de la región constituyendo una merindad.
La iglesia cisterciense de Gradefes, no orientada como es normal, está formada por una cabecera de tres naves, cerradas con bóvedas sobre nervios apoyados éstos sobre pilares cuadrangulares con medias columnas adosadas.
Una girola formada por cinco espacios absidiales gira por detrás del altar, hecho poco frecuente en un monasterio femenino, pero sí en iglesias de peregrinación. La decoración de capiteles es sencilla a base de flores, dragones, palmeras, lazos, al más puro criterio cisterciense que mantenía la idea de eliminar “las ornamentaciones superfluas”, desechadas por San Bernardo. No se construyeron las naves hacia los pies, pero sí un espacio longitudinal, en época posterior barroca, espacio que ocupa el coro monacal, decorado con yeserías. Algunas de las sillas del coro más antiguo que se conservan, del siglo XIV, están en el museo arqueológico de Madrid.
El exterior de esta cabecera, lamentablemente queda dentro de la clausura, destaca por los cinco absidiolos y los numerosos canecillos y ménsulas figurando castillos, aves, trenzas y algún tema de lucha entre dos hombres, tema considerado como una representación de la lucha leonesa. Uno de los capiteles representa una psicostasis o pesaje de las almas, tema egipcio que es asumido por la iconografía medieval cristiana, con la imagen de San Miguel pesando las almas y el demonio cargando de uno de los platillos de la balanza. Los muros, hechos con piedra de sillería bien cortada, muestran numerosas las marcas de los canteros.
Es visitable el claustro en forma de corredor rural, que sirve de cementerio para las religiosas y la entrada a la sala capitular, convenientemente restaurada.
Unos versos, colocados sobre la puerta, advertían antiguamente a los caminantes que entraban: Tú, que entras por estas puertas, detén el paso y advierte, que este sitio te convida a que mueras en la vida, para vivir en la muerte.
En su interior conservan cuadros, imágenes y objetos dignos de figurar en un proyectado museo que no se realizó. Destacan un Crucificado del siglo XIV, la imagen sedente románica de la Virgen, un niño Jesús dormido, la imagen de san Blas que se celebra con ferias importantes de ganados, y otras muchas piezas de escultura y pintura, procedentes de los retablos barrocos que desaparecieron en su totalidad.
Gradefes tiene iglesia parroquial sin nada especial que considerar, dada la importancia del monasterio. El pueblo aun conserva el urbanismo propio de otros siglos, con algunas casas señoriales a ambos lados del camino, transformado en calle casi única de la población. Algunos piedras talladas proceden de los monasterios próximos, como Eslonza y Escalada. Tiene piscina junto al río, pabellón para Aluches y celebra fiestas veraniegas con gran popularidad.
La población carece de comercios, algún bar y un moderno albergue municipal son los únicos establecimientos hoteleros que pueden servir al peregrino. A un kilómetro, por una carretera que comunica el pueblo con la N-625, hay un hotel de carretera. Las monjas bernardas ofrecen un reducido albergue en el monasterio, buena ocasión para permanecer en paz, escuchando la liturgia cantada en música gregoriana y saborear los dulces confeccionados por las religiosas.
A 1,5 kilómetros después y por carretera flanqueada por árboles, se llega hasta Cifuentes (Centfuentes). Cruzado el rio Valdellorma, podemos desviarnos por un camino agrícola paralelo a la carretera por la margen izquierda de esta, dirección Santiago.
En el cerro de Cifuentes llamado El Castillo, antiguo castro , se enseñaba una marca producida por la herradura de la pata del caballo de Santiago, al desprenderse, saltando en la batalla contra las huestes musulmanas. Se trata de un castro de época celta, reutilizado más tarde como vigía relacionado con Rueda del Almirante, La Otrera de San Cipriano y el Castillo de Villapadierna, que ha ofrecido restos de distintas épocas: objetos cerámicos, pedazos de cobre, espuelas, estribos y otros objetos, presa de los furtivos y buscametales. Estos no se conformaron con buscar, sino que con una máquina perforaron el cerro en busca de tesoros ocultos en un profundo pozo, como monedas envueltas en una piel de toro, ollas con doblones de oro o raros collares abandonados por los moros que huyeron precipitadamente.
En la iglesia, obra del siglo XVI, con buena portada renacentista, se depositaron pinturas y sillerías procedentes del próximo monasterio de San Pedro de Eslonza que han desaparecido. Se conserva una hermosa imagen de Santa Ana con María y la pila bautismal del siglo XVIII.
En la fachada de una casa hay dos escudos, uno de los García y otro de los Llamazares. Quedan restos (Los Murones) de un albergue para caminantes, dependiente del famoso hospital de Puente Villarente, construido el año 1539, para facilitar el paso de peregrinos y caminantes y fundado por el conocido prior de Triacastela.
partimos de Cifuentes por los caminos agrícolas, que en un punto nos hacen rodear unos metros por esos caprichos de la ingeniería de no construir un puente aunque sea peatonal.
A pocos metros del Camino, y a nuestra derecha, tenemos Casasola (Casa Sola), que es una pequeña población que nació como lugar de servicio en la parte baja de la colina, donde estaba la fortaleza de Rueda del Almirante, que ya vemos en lo alto, como verdadero vigía y mirador de la ribera del Esla, a cuyos pueblos ofrece su apellido, en recuerdo de su dominio feudal, ya que Rueda, nacida como castro astur y utilizada por los romanos, al estar cercana a la ciudad de Lancia, fue una gran fortaleza del poder feudal medieval y fue usada durante algunos siglos, al estar a medio camino entre Lancia y el castillo de Villapadierna.
A Rueda del Almirante el caminante puede no subir, ya que hoy poco queda de su poder, salvo los cimientos del castillo y de la muralla, el interior de la iglesia con restos medievales románicos construidos sobre la muralla, y entre ellos dos capiteles mozárabes procedentes de Escalada. Reformas del XVIII, los recuerdos de la historia y las leyendas de romanos, moros y cristianos que podemos recordar mientras admiramos el espléndido paisaje desde su mirador, con una cuarentena de pueblos, dominios del señor de Rueda.
La Fuente de las Doncellas presta un recuerdo santiaguista a esta fortaleza medieval que pasó por varios propietarios.
A la altura de Rueda nos volvemos a incorporar a la carretera comarcal, por la que recorreremos los cuatro kilómetros largos que nos acercana hasta el monasterio y la iglesia mozárabe de San Miguel de Escalada, del siglo X, conocido aun con el nombre de El Priorato.
Una fundación monástica de época visigótica, del siglo VII, fue edificada aprovechando elementos constructivos romanos, procedentes de la cercana ciudad de Lancia y dedicada a San Miguel.
Abandonada la construcción visigoda por la invasión de los árabes, el rey Alfonso III permitió a unos monjes mozárabes venidos desde Córdoba, impulsados por las persecuciones musulmanas, la construcción de una iglesia el año 913.
Permanece la iglesia mozárabe y uno de los lados de la galería exterior, no así el resto del claustro, cuyos capiteles y fustes se diseminaron por los lugares de la región.
En esta época mozárabe (año 926) se copió y minió en el monasterio el manuscrito mozárabe Comentario al Libro del Apocalipsis del Beato de Liébana, conocido como el Beato de San Miguel de Escalada.
Desde mediados del siglo XII estuvo administrado el monasterio durante varios siglos por los monjes franceses de la Congregación de San Rufo, de donde procede el nombre de El Priorato. La imagen románica de Santa Maria del siglo XII que se veneró en el monasterio se conserva en el Museo de León.
El conjunto es uno de los más bellos ejemplares mozárabes, que recuerda a las mezquitas musulmanas del sur. Sus arcos de herradura, sobre columnas de mármol y granito, con capiteles romanos, visigóticos y mozárabes, logran estructurar un espacio basilical con planta de tres naves y cabecera separada por un iconóstasis de tres vanos. Los ábsides están cubiertos por cúpulas gallonadas de planta ultrasemicircular o de herradura por dentro, sin embargo, rectangulares en el exterior.
Se han aprovechado también canceles visigóticos colocados en su interior, y también fuera, trabajados con la técnica de bisel y representando palmeras, aves y racimos de uvas.
El aprovechamiento de elementos constructivos de distintas épocas ofrece esa variedad de capiteles, ménsulas, sogueados, fustes y dovelas de variada coloración y calidades. Sirviendo de cimacio sobre el capitel, en la penúltima columna de la izquierda, se ha reutilizado una lápida romana procedente de Lancia, con esta inscripción, que recuerda a las vadinienses: aquí esta sepultada (Valeria) esposa de Montano séate la tierra suave o mi muy amada, si el tiempo no te hubiera vencido, podías educar a nuestros hijos durante otros fecundos cinco años, pero la corriente del agua, cogiéndote, te llevó con toda facilidad…
En el siglo XII se añadió una sólida torre y capilla románica en la parte sur de la cabecera, imitando elementos de formas mozárabes, como la ventana geminada. Este espacio se dedicó a panteón y enterramientos, cobijando varios sepulcros medievales antropomorfos. Más tarde fue un almacén de retablos y altares retirados de la basílica mozárabe, entre ellos los restos de San Gonzalo.
En una reciente restauración han salido cimentaciones anteriores a la torre y diversas sepulturas, tanto en el interior como en el exterior.
Rendida la visita a El Priorato, se continúa la ruta por el pueblo de San Miguel de Escalada, unido al que antiguamente era llamado Valdabasta, formando ahora una larga población de dos barrios como un camino. El nombre de Val-da-basta procede sin duda de la riqueza de las tierras y los campos del valle que abastecían al monasterio.
Los monjes enseñaron a construir molinos y canales de riego en el valle, donde aun permanece el nombre de La Reguera, y donde se producían abundantes cereales para mantener a los estudiantes de la universidad de Trianos, situado en el valle del río Cea, en el siglo XVI.
Valdabasta tiene una ermita del siglo XVII, pero muy reformada, dedicada a San Antonio que hace de parroquia del lugar, a donde se han llevado la pila bautismal, una cruz procesional valiosa y otras imágenes desde El Priorato. La pila de bautizar es de copa cuadrada y recuerda a las usadas en la época visigótica, lo cual demuestra su antigüedad.
En mitad de la travesía de San Miguel de Escalada, o Valdabasta, se encuentra la bifurcación de las dos variantes de esta etapa, de frente iremos a Mansilla de las Mulas, y si tomamos la calle que parte por nuestra derecha, continuaremos por la Rita de los Monasterios hasta Puente Villarente.
Si se continúa a Mansilla de las Mulas
Partimos de Valdabasta por la carretera, y en la primera curva de esta seguimos de frente por in camino agrícola que desemboca a la entrada de Valle de Mansilla, donde se puede visitar la iglesia con importante retablo barroco rococó del año 1752, obra del entallador Froilán de Valladolid, que trabajó bajo la influencia de los Tomé. Una pila bautismal del año 1699 en el antiguo batisterio y la capilla con bóveda pintada representando a las cuatro mujeres bíblicas, Judit, Abigail, Rachel y Jabel ( que recuerdan la cúpulas de Villanófar y de Villapadierna ) forman un cielo rococó que cobija los musealizados ropajes litúrgicos antiguos y unas bellas andas barrocas.
En los acantilados de la parte derecha se ven cuevas excavadas en la arcilla, conocidas como Cuevas Menudas, sin duda habitáculos antiguos y tal vez eremitorios de los monjes visigodos que fundaron el monasterio de Escalada.
Vamos viendo varias des estas cuevas, hay alguna más fuera de nuestra ruta, hasta hasta la siguiente población, Villacontilde, a la que llegamos por la carretera, aunque en algunos tramos podemos aprovechar, para descansar nuestros pies del duro asfalto, algún camino paralelo.
En Villacontilde hemos de seguir el trazado antiguo de la carretera para cruzar el pueblo, aunque esta tenga un trazado sinuoso con curvas de 90 grados. En la segunda de estas curvas abandonamos la traza pavimentada por un camino agrícola que se adentra en los campos de cultivo plagados de otros caminos que se cruzan entre si. Imprescindible aquí seguir el track o algún plano para no perderse.
En plena travesía par las parcelas de cultivo, a menudo de maíz, no encontramos con el canal principal del sistema de riego de rio Porma y con un puente que le cruza. Cruzado este continuamos, a la izquierda, por el camino de servicio de esta infraestructura hidráulica durante unos cientos de metros hasta las instalaciones que permiten el cruce del canal por el rio Esla.
Salimos de las instalaciones hidráulicas y ya divisamos el campanario de la iglesia parroquial de Mansilla de las Mulas. Pasamos por delante de una urbanización, por la autovía León-Valladolid y nos encontramos con los peregrinos que vienen desde Sahagún por una variante del Camino Frances llamada la Vía Trajana, para todos juntos entrar en la villa amurallada de Mansilla por la puerta de la Asunción.
Si se continúa a Puente de Villarente
Para seguir la Ruta Vadiniense es aconsejable tomar el camino de El Jano o Carrovallejo, que está señalado desde la iglesia de San Antonio de Valdabasta y que va derecho hasta Santa Olaja de Eslonza.
Los restos de un antiguo poblado llamado Vallejo, con iglesia dedicada a San Esteban y una ermita de la Santa Cruz servían de apoyo, en el cruce de caminos, a los peregrinos que desde el Priorato de Escalada partían antiguamente hacia el monasterio de Eslonza.
La primera edificación que encontramos desde que salimos de Valdabasta es la iglesia del pueblo de Santa Olaja de Eslonza, que es de estilo románico tardío, de tres naves con una puerta lateral, conserva los dos ábsides rectos, pero el central fue reconstruido en el siglo XVI.
Tenía un retablo de tablas pintadas del siglo XVI, ahora sustituido por un pequeño relieve de Cristo, María y Juan. Quedan un cuadro de san Honofre y dos relicarios bustos barrocos procedentes del monasterio, al igual que un retablito barroco, rehecho para adaptarlo, con una imagen de María de interés. Pero dentro de esta iglesia encontramos la gran joya artística de la zona, el cuadro pintado por Juan de Pareja firmado en 1669, representando los desposorios de Santa Catalina y muchos santos alrededor, entre los que se reconocen a los ángeles Miguel y Custodio, Lázaro, Agustín, Antonio, Domingo, Juan Bautista, Isidro, Rosa de Lima, etc. Ya lo definió Manuel Gómez Moreno como: “Frio de tono, muy suelto de factura y los términos mal comprendidos, aventajando, sin embargo, en merito al del mismo artista que expone en el Museo del Prado”.
Cruzamos el pueblo de Santa Olaja y la carretera que une Gradefes y Puente de Villarente para encontrarnos con las ruinas de lo que fue el grandioso monasterio benedictino de SAN PEDRO DE ESLONZA (Elisonza).
En las cercanías de Santa Olaja y de las ruinas del monasterio a 3 Klms. por un camino agrícola (en coche se accede por Villarratel) se halla la antigua ermita de Santa María de Villamoros, de cabecera octogonal y con imagen de piedra policromada. El retablo barroco, repintado con purpurina, tiene lienzos con la representación de cinco abades benedictinos con mitra y báculo y cubre lo que fue el antiguo transparente del camarín, lo que evidencia la procedencia del retablo del monasterio de Eslonza.
Es santuario, de profunda devoción desde antiguo en la zona, está enclavado, tal vez, en lo que fuera lugar romano con templo dedicado a alguna divinidad, dependiente de Lancia.
Siguiendo nuestro camino desde el Monasterio de Eslonza por un camino agrícola paralelo a la carretera por la margen derecha de esta, que confluyen a la entrada de Villarmún (Villa Vermudo), nos sorprende la iglesia con en un ábside mozárabe con planta de herradura en su interior y rectangular en el exterior, al estilo de San Miguel de Escalada y con maltratados canículos y modillones, por fuera, con temática figurativa románica. Un canículo esquinero se interpreta como la representación de un peregrino.
En el interior un arco de herradura poco pronunciado apoyado sobre dos capiteles románicos con temas de animales monstruosos simbólicos el de la izquierda, (arpía, grifo y basilisco) y vegetales el de la derecha, enmarca el bello retablo barroco dedicado a Santa María de la Asunción.
En el muro interior se conserva una pieza de piedra circular, calada en forma de cruz y cuatro estrellas helicoidales de seis puntas, de origen mozárabe, que estaba como celosía en la ventana del ábside, hoy sustituida por una copia en hierro.
Cruzamos la población de Villarmún y a la salida tomamos, por la izquierda, los caminos agrícolas que, paralelos con la carretera, nos llevan a Villafañe.
500 metros a nuestra derecha vemos Palazuelo de Eslonza, donde se puede ver su la iglesia un hermoso retablo barroco, dos grandes cuadros con el tema de El Salvador y el Cristo (una buena copia antigua del Cristo de Velázquez, de gran tamaño, que estuvo colocado en el crucero del templo monacal, al lado del Evangelio), una cruz votiva de orfebrería y dos bustos relicarios, todo ello procedente del monasterio de Eslonza.
Seguimos caminando por nuestro camino y llegamos a Villafañe, a la carretera que va desde este pueblo a Villasabariego, centro administrativo del ayuntamiento en el que estamos, situado en un otero, donde está también la ciudad astur-romana de Lancia y un aula arqueológica de interpretación de lo que van descubriendo las excavaciones.
De vuelta a Villafañe, no es necesario entrar en el pueblo, solo hay que seguir por el camino de la margen izquierda del rio Moro, que cruzamos por un puente para seguir por el camino de la margen derecha hasta el pueblo de Villarente, y de este hasta la carretera N-601 a la altura del puente con el que esta cruza el rio Porma. Cruzamos la carretera para enlazar con el Camino Francés y porque para los peregrinos hay otro puente peatonal paralelo.
Unidos al Camino Francés y cruzado el Porma, ya estamos en la población de Puente Villarente, final de esta etapa y de la Ruta Vadiniense.
Puente Villarente recibe el nombre del puente de origen romano y medieval. Se ha convertido en el centro industrial, comercial y hotelero más importante de la zona y en punto de referencia, gracias a la confluencia de varias carreteras, entre ellas la que conduce a las pistas de invierno en San Isidro.
Junto al puente, se abrió el clásico albergue fundado por el prior de Triacastela a principios del siglo XVI (1539) para acoger a los peregrinos que iban a Santiago.
Esta institución de alberguería jacobea para facilitar el paso de un importante río, dio origen a la población, como ocurre en numerosos lugares del Camino de Santiago, con amplia fachada alargada, bajo un pronunciado alero de madera y puerta de piedra formando un medio punto. En su interior un bello patio renacentista formado por columnas con capiteles de piedra que apoyan un arquitrabe de madera para apoyar los espacios superiores.
En la iglesia de Villarente, totalmente desaparecida por ruina, había buenas piezas, algunas musealizadas en León y otras trasladadas a la nueva iglesia de Puente Villarente (1985), donde se muestran buenas piezas, como el Crucificado gótico con amplio paño de la pureza bien trabajado y la cruz en forma de árbol; un magnífico lienzo del Nazareno, con la soga al cuello y coronado de espinas; una escultura de la Inmaculada, con los pies sobre la luna en forma de barca; una tabla representando a un obispo y otra tabla a San Sebastián, con rostro joven atado a un árbol etc. Hay una imagen de San Pelayo(?) con espada, libro y corona que más parece la representación de un Santo Rey (San Fernando). Lo cierto es que en el Museo de León se conserva una tabla del martirio de San Pelayo del siglo XV procedente de un retablo de la desaparecida iglesia de Villarente.
El río Esla que nació en las altas montañas de Picos de Europa continúa rodando sus aguas, ahora más quietas y amplias, hacia el sur, recogiendo otros ríos en la meseta. El Camino de Santiago, que nació en el oriente, prosigue su andadura puenteando todos los ríos que encuentra hacia el occidente, llevando siempre el torrente de peregrinos, que proceden de todos los caminos, hasta Santiago de Compostela y Finisterre