ALBERGUE DE CISTIERNA VUELVE A ESTAR DISPONIBLE PARA LO PEREGRINOS |
El camino parte de Riaño y cruza el embalse por el viaducto para discurrir por el lado izquierdo del embalse, por pueblos y paisajes realmente bellos, que nos hacen recordar a los que desaparecieron bajo el agua, que también sepultó la Calzada Romana antigua. Es un trayecto de 37 kilómetros hasta Cistierna, que puede dividirse en dos jornadas y que pasa por más de una veintena de pueblos a ambos lados del río Esla y de la carretera N. 621.
Cruzando el embalse, tumba del antiguo pueblo de Riaño, por el gran puente de hormigón, nos encontramos con el inicio de una variante que nos puede ahorrar dos km de recorrido, y que nos evita 3 de recorrido por el arcén de la N621, pero hemos de ascender por un collado de 1200 m sobre el nivel del mar, a través de un bello bosque de hayas, tramo no apto para bicicletas.
POR LA COLLADA DEL BAILE
Si tomamos esta variante, hemos de tomar un camino que sale por la derecha justo al final del viaducto, que va bordeando el pantano hasta el paraje de Las Viescas, donde los lugareños veneran, en una cueva, a un personaje de la mitología: la Vieyina el Monte, que tanto nos endulza la vida cuando nos portamos bien.
No tenemos, si no queremos, que llegar a Las Viescas. Tras una primera revuelta del camino para salvar el arroyo de Villarqué, parte un sendero por la izquierda, señalizado como PR, que, ganando altura poco a poco, se adentra en un espeso bosque de hayas, el cual cruzaremos atentos a no desviarnos mucho del arroyo, el sendero está bien transitado.
Ya casi al final del hayedo, el arroyo va desapareciendo, como es lógico en el nacimiento de cualquier corriente de agua, y hemos de estar atentos a nuestro gps y a los hitos de piedras que los caminantes han colocado, porque el sendero gira al izquierda y luego a la derecha para ganar unos metros más bruscamente. pasado este tramo, vemos ya el final del bosque y veremos una flecha en una baliza en medio de una campera que nos indica hacia la izquierda, hacia una portillera que separa los campos de Riaño y Horcadas, La cruzamos y rebasamos el punto más alto de la etapa, por lo que iniciamos un descenso hacia horcadas por una campera que pasa a ser en unos metros un camino bien transitado, que no debemos abandonar, aunque el PR sí lo haga en un punto, con otra señal de la Ruta Vadiniense que nos indica seguir por el camino que, descendiendo sin tregua, llega al iglesia de Horcadas.
POR CARANDE
Después del túnel, nos acoge a la izquierda, la ermita de La Virgen de Quintanilla, en la proximidad ya de Carande. Es una gran ermita del siglo XVIII, reformada recientemente al trasladarla más arriba del lugar primitivo, que conserva una imagen románica de Santa María, de muy buena factura, pero mala restauración, guardada en la iglesia de Riaño.
El lugar es como un mirador que nos permite volver la vista hacia atrás, para ver otra vez el lago donde se reflejan las montañas. En la ermita, se celebra la fiesta el 15 de agosto, mantiene los recuerdos de lo que fue un centro turístico, corazón de la montaña leonesa de antaño.
Siguiendo nuestro camino, llegamos a Carande, cruce y bifurcación de la antigua vía romana y que conserva aún viejas casas típicas de la zona, algunas con blasón, que reflejan su importancia pasada.
Aún queda un hórreo en mal estado de conservación y el resto de su patrimonio artístico lo encontramos dentro de su iglesia.
Conserva el sagrario renacentista de un retablo dedicado a San Hipólito y algunas imágenes del mismo, entre las que destaca la curiosa e irreverente imagen de María con el Niño que cruza las piernas, recordando al famoso Espinario clásico.
Tanto Carande, como el siguente pueblo es decir Horcadas, que nos encontraremos en nuestro camino fueron dominios de la abadesa del monasterio de Gradefes, desde el siglo XIII.
Se llega hasta Horcadas (Forcadas) por la que fue antigua calzada que venía desde Huelde que pasa por debajo de la carretera actual (dejando a Anciles, en el desfiladero, hoy ocupado por las aguas).
En la iglesia una imagen de San Miguel recuerda un poblado antiguo, con ermita dedicada al santo Arcángel. Es pueblo con casas restauradas, limpio, de agradable clima y con vistas a Peña Las Pintas, El Jaido y Aguasalio con altitudes próximas a los 2000 metros. Aquí nos encontramos con la variante del Camino que viene por la collada del Baile, que describíamos antes.
En Horcadas hay un albergue nuevo, llamado «Los Toriles». Para hacer reservas llamar al 659 024 565
Cruzando el túnel de Remolina, casi en la salida, parte otro túnel por la izquierda, que hemos de tomar para bajar a la carretera que va a Remolina; pronto vemos un puente que da acceso a una cantera abandonada. Cruzamos por él el río y girando toto a la derecha, ya estamos en la calzada romana que no conducirá hasta Valdoré. Dejamos a la izquierda a Remolina (Molino de Río), situado en un valle frondoso entre rocas. El pueblo tuvo dos ermitas: San Roque y San Jorge. San Roque, el peregrino, que vemos en todas las iglesias como protector de las pestes y de los peregrinos y San Jorge, el héroe. Dice la tradición que cada año se ofrecía una doncella para satisfacer las ansias del dragón, que fuera lanceado por el santo protector. El dragón era símbolo del mal; la doncella siempre significó la inocencia y la libertad, defendida en la leyenda por el héroe Perseo, Hércules, San Miguel o San Jorge.
La Salas era citado en los documentos antiguos como monasterio de San Martín de Alión y formó más tarde el concejo del mismo nombre, hoy recordado como el Valle de Vegalión, junto a las ruinas del antiguo monasterio y el molino restaurado. Estas tierras fueron donadas en el siglo IX al monje Sisenando quien, procedente de la zona y siendo abad de San Martín de Turieno (Santo Toribio de Liébana) fue nombrado obispo de Iria Flavia, (Padrón), más tarde diócesis de Santiago de Compostela.
En la Vegalión tenemos también una posibilidad de alojamiento si hemos configurado nuestro camino con un final de etapa en esta localidad
En la iglesia se conserva una bella escultura del siglo XVI del titular San Martín, otro santo protector de peregrinos, puesto que se le representa dividiendo su rica capa de militar con el pobre peregrino desnudo, aunque en este caso sea una representación de San Martín como obispo.
Cruzando el puente situado a la izquierda, se inicia el camino por la Calzada Romana o vía Saliámica
Volviendo a la carretera, podemos recular hasta Las Salas para iniciar La Calzada Romana, o continuamos, cruzando El Sabinar, 5 Kilómetros hasta Crémenes.
Crémenes es el centro administrativo de un municipio con 13 pueblos: Aleje, Argovejo, Ciguera, Corniero, Lois, Remolina, Salamón, Las Salas, Valbuena del Roblo, Valdoré, Velilla de Valdoré, Verdiago y Villayandre. En estos lugares han aparecido más de una docena de lápidas vadinienses, lo cual hace pensar que pudiera haber sido el centro de la etnia cántabra llamada Vadinia. (Museo de León, museo de Santander, museo de Oviedo).
Merece la pena visitar la antigua iglesia de San Miguel, dedicada a menesteres agrícolas, tal vez un caso único en el mundo: un establo con diez pesebres de vacas que rumian su comida y rumiaban mientras contemplan un retablo pintado en el pared del siglo XVIII, con las imágenes del Cristo rodeado de María y San Juan y una Anunciación. Las vigas y las ménsulas están talladas en madera de roble y rematado al exterior por una graciosa espadaña sin campanas.
Bien merece una atención mejor que la que tiene, al igual que el hórreo contiguo y el herrador. La neorrománica iglesia actual es obra 1946-1949, realizada con planos de Juan Torbado, sobre un solar permutado por la iglesia antigua. Conservaba en su interior una imagen de San Miguel del siglo XIV, procedente de la citada iglesia y desaparecida, pero se conserva un cordobán policromado del siglo XVIII.
Un desvío a Corniero permite conocer uno de los pueblos escondidos en la Montaña que conserva un bello herrador.
TRAMO DE LA CALZADA ROMANA
Las calzadas se trazaban por ingenieros militares romanos, que a su vez vigilaban la construcción a lo largo del trayecto elegido, valles de los ríos o puertos de montañas. Como personal de trabajo se servían de los mismos legionarios, aunque en muchas ocasiones utilizaban a los esclavos y prisioneros de guerra. Se comenzaba desbrozando el terreno en la anchura que debía tener la vía, colocando canales para el drenaje y desagües. La primera capa estaba compuesta por piedras con arena, formando un cimiento o statumen. En cima se ponía una capa de grava o zahorra que formaba una capa compacta y dura o rudus. Continuaba otra capa de árido más fino, nucleus, sobre el cual se instalaban las losas de piedra que formaban la superficie propia summa dorsum de las calzadas romanas. Todo ello con un cordón más alto en el centro, para desviar las aguas de las lluvias hacia los laterales.
Desde Las Salas y también desde Crémenes y Villayandre, se puede tomar la opción de utilizar la senda, antigua Calzada Romana, y ruta de carros reparada en la época de Carlos III en el siglo XVIII, señalada recientemente como ruta PR-PE 5, de una longitud de 12 kilómetros que une varios pueblos: Las Salas, Crémenes, Argovejo, Villayandre y Valdoré, y se puede prolongar, recuperando tramos que se conservan, hasta Aleje, Verdiago y Santa Olaja de la Varga, Vegamediana y Cistierna.
La pista, llamada Calzada Romana, bordea la orilla izquierda del río Esla y las estribaciones del monte Aguasalio. Cruzando la zona de San Roque, el escobio de Remanganes, y la Fuente de la Olla, sellega hasta la Casa de los Pescadores, bello rincón y albergue que utilizó el general Franco para sus días de pesca de la trucha. Este tramo de calzada entre sabinas, nogales y fresnos, conduce hasta la ermita Virgen de Pereda, (Pereta) obra moderna, de 1966, que ofrece un descanso en el camino, junto a la fuente y que sustituyó al antiguo monasterio de San Martín de Pereta.
Por un documento del año 1020, firmado en el castillo de Cildad de Sabero, consta que hubo un monasterio, dedicado a San Martín, que disponía de una tabla de pesca en el río Esla, para sostenimiento de monjes y de los viandantes que pernoctaban en el hospital del cenobio.
En el documento se hace constar que las muchas posesiones con que le dotan sus fundadores, Fernán Flaínez y su esposa Elvira, han de servir para sustento de los pobres peregrinos. El monasterio dependió algunos años de los canónigos de Santiago de Compostela, pasando más tarde a ser administrado por el monasterio benedictino de Benevivere, junto a Sahagún, que tenía muchas posesiones en la zona, entre ellas el curato de Argovejo.
Nada queda de esta antigua historia, si no es el recuerdo en la nueva ermita de Pereda que nos permite descansar en su pórtico y en la fuente.
Se puede uno distraer, desviándose 2 kilómetros, hasta Argovejo, (Arguvelio) que es un pueblo típico de montaña con casas antiguas restauradas y Centro Turístico Rural bien servido y otras atenciones hosteleras y gastronómicas. En la iglesia restaurada poco queda, salvo la imagen del titular, San Andrés, en un retablo moderno de ladrillo y de gusto muy dudoso.
Continuando la Calzada Romana, asfaltada desde Pereda hasta el puente de Crémenes, se pasa por el lugar de San Roque, el Escobiello y después se llega a Villayandre.
La calzada toma suavemente cierta altura, con piso de grandes losas y muros de contención, hasta llegar a la Entrecisa,( cortada entre rocas), por el llamado El Pajar del Diablo (la ¿Bajada del Diablo?). Discurre suavemente por las montañas cortadas sobre el río, los Dependios, creando espacios de sombra entre bosques de robles, sabinas, alisos, álamos, avellanos y vistas sobre el río y la carretera que forma meandros en el profundo valle.
La calzada de más tres metros de anchura, conserva tramos de grandes losas y muros laterales. Es fácil para caminar e inolvidable su paisaje para caminantes y peregrinos amantes de la naturaleza, de la historia y la espiritualidad, pisando las losas de una calzada romana y medieval utilizada durante tantos siglos por vadinienses, romanos, soldados medievales, peregrinos y caravanas de carros que llevaban muebles y madera de roble y haya hasta Tierra de Campos, a cambio de traer trigo y vino, lo que se ha nominado como El Ruido de las Carretas
A la Calzada Romana se puede entrar por el puente de Las Salas, el de Crémenes o por el de Villayandre.
Villayandre aun mantiene restos de la calzada romana, bien visibles, que sirvió, sin duda, para los caminantes medievales y en el pueblo, alguna casa blasonada recuerda a los caballeros medievales. En la iglesia, partida por un muro inútil, hay varias imágenes barrocas, San Roque, de la antigua ermita, que muestra un curioso bigote y sombrero dieciochesco, San Bartolomé, atando con una cadena al demonio y Santa María.
Bordeando el río Esla, entre montañas de rocas calizas que atesoran abundantes vestigios geológicos y prehistóricos, (escuela de geólogos), el caminante desciende por la calzada hasta a Valdoré, (Val de Ored) encontrando a la entrada un buen hostal, Ventasierra. Saliendo de la calzada y cruzando el puente situado a la derecha , en la iglesia del pueblo, se venera la bella imagen románica de Santa María del Esla, del siglo XIII, una de las pocas piezas medievales salvadas del ansia de musear todo en la capital. Bien merece la pena un paseo de poco más de un kilómetro para visitar Velilla de Valdoré, típico pueblo de montaña,
escondido en un valle alegre y sano, donde se han encontrado un par de lápidas vadinineses. Estos pueblos fueron desde el siglo XI, parte del condado de los Flaínez y también de los Aguilar (Aquilare) que tenían su castillo en Sabero.
El río Esla, perfectamente regulado por la presa de Riaño, suele tener agua abundante, en verano y en invierno, y sirve para que los deportistas aficionados al Rafting practiquen este deporte en aguas bravas, así como el descenso en piraguas, a lo largo de este río poco conocido y explotado, desde el punto de vista deportivo y que pudiera ser uno de
Variantes Valdoré a Cistierna
En Valdoré tenemos dos alternativas
1. Para ciclistas sin prisa, peatones y jinetes, en Valdoré, unos metros más adelante del puente de Valdoré, sin salirnos de la N-621, veremos una flecha amarilla en el bordillo de la acera que nos saca, por la derecha, a un camino de concentración que nos lleva hasta Verdiago (2,4 km); camino de graba natural. Por el camino veremos también señales de una ruta en bicicleta.
Llegamos a Verdiago y hasta el puente que cruza el Esla hacia la derecha. En este punto el ciclista debe de valorar volver a la carretera, más, si cabe, si lleva alforjas pesadas, porque siguiendo por la margen derecha del río habrá puntos en los que hay colgar la bicicleta al hombro para poder avanzar. Cruzado el río, continuamos por un camino de concentración en buen estado hasta su final (1 km), con un único cruce, que tomaremos a la izquierda. Terminado el camino, una flecha nos anima a adentrarnos en un bosquecillo de robles que acompaña al Esla hasta Alejico, caminaremos por un sendero angosto de 1,1 km y veremos restos de antiguas explotaciones de carbón.
Llegamos a Alejico después de pasar por debajo del puente colgante que le une con Aleje y que deberemos cruzar si decidimos llegar a Cistierna por la carretera. Si hemos decidido continuar por esta margen del Esla, cruzamos Alejico y continuamos por la carretera que le da acceso desde Sabero, donde se ubica el Museo de la Siderurgia y de la Minería, hasta casi su inicio (2 km), donde parte un camino a la izquierda que nos lleva al antiguo lavadero de carbón de Vegamediana; cruzamos sus ruinas y las escombreras contiguas (2,2 km) y ya podemos divisar Cistierna a la que accedemos por un puente de hierro que cruza el Esla y la caja de un antiguo ferrocarril que evacuaba el carbón desde los lavaderos de Vegamediana hasta la estación de Cistierna. En total hemos evitado al peregrino 13.3 kms. de asfalto.
2. La calzada romana antigua continúa desde Valdoré por la margen izquierda del Esla y se solapa con la actual N-621, y llega hasta Verdiago.
Verdiago aún conserva un hórreo, y arriba en la colina un castro de origen celta, utilizado por los cántabros vadinienses, que popularmente se llaman castillos de moros. El pueblo tuvo “voto de Santiago”, es decir, practicaban la ofrenda al Apóstol cada año, acudiendo a su festividad a Compostela. La iglesia dedicada a San Mamés, conserva la pila bautismal antigua como jardinera al exterior. Aleje, con restos de una excavación con enterramientos medievales, cerca de la iglesia, parece ser el lugar donde nació el citado Sisenando. De hecho las tierras de Aleje y Villayandre fueron donadas por el rey Alfonso III a Sisenando (año 872), porque le pertenecían por herencia de familia. Ambos pueblos se comunicaban por el puerto de Ventaniello, en cuyo trayecto estaba la ermita de San Miguel y se conocía como el enclave de Sisenando o pequeño lugar gallego.
En Santa Olaja aun permanece sobre el río Orbayo o de la Duerna, el puente de Los Vaiteros, (Viatores o Viajeros) en los Campos Caudoces, con los restos de lo que fue la Calzada Romana y camino medieval (utilizada como ferrocarril para trasporte del carbón durante el siglo pasado). Los Campos Caudoces bien pudiera haber sido el lugar donde los romanos establecieron el campamento en las guerras contra los cántabros. En la iglesia se conserva la imagen de la ermita de Santa María de Orbayo del siglo XVIII, titular de un santuario mariano de origen visigótico, cuyos restos están en trámite de recuperación.
Una cueva natural llamada El Carrascal, de gran interés, debido a sus salas llenas de estalactitas y estalagmitas, espera su puesta en marcha para ser visitada .
En la iglesia de Fuentes de Peñacorada, para los que desean desviarse en el cruce de la izquierda a visitar este pueblo de montaña, (3,400 klm.), la presencia de una cruz mozárabe del siglo X, (trasladada al Museo Diocesano de León), y la imagen de Santiago Peregrino en el retablo hablan de la antigüedad de la población y su relación con Santiago, a quien procesionan vestido de dulces y flores cada año. Es una lástima que no se hayan respetado con mayor atención las arquitecturas populares de estos pueblos, situados en un paisaje de montaña excepcional en la vertiente norte de Peñacorada.
Subir al mirador de Los Rejos es una opción agradable para contemplar una gran panorámica del valle del río Esla y los demás lugares que rodean a Peñacorada. Especialmente de interés es la vista de los castros de Sabero (Cildad) y Santa Olaja, situados uno frente al otro, para defender el paso por el estrechamiento del río Esla entre las montañas.
Cistierna (Cisterna, aljibe) es el límite entre la Montaña y la Ribera. Los romanos explotaban minas de cobre que lavaban en la zona de donde posiblemente proceda el nombre de Cistierna, según algunas opiniones. Una fuente termal de abundante agua, con el nombre de Jagariz, denota una vaga presencia de los árabes, donde un aljibe o cisterna situado en la parte norte del lugar, a la que acudía la gente, pudiera ser el verdadero origen del nombre de Cistierna. Desde el siglo X se documenta la existencia de un monasterio dúplice de hombres y mujeres dedicado a San Facundo, Primitivo y Cipriano en el pueblo. En el siglo XII,(1122) un clérigo llamado Pedro Vélaz construye la iglesia de Santa María y junto a ella un hospital “ para pobres y míseros peregrinos”. Aun permanece la iglesia con el nombre de Santa María, reformada posteriormente y que ahora se usa como centro cultural para manifestaciones artísticas, en la zona del Albergue de San Guillermo y la Casa Cultural.
Las minas de carbón en las zonas cercanas, explotadas desde mediados del siglo XIX y el ferrocarril de vía estrecha llamado El Hullero (1890 – 1894) (hoy Feve) hicieron de la villa de Cistierna un importante centro comercial, porque alimentó de energía carbonífera y de mano de obra a la industria de Bilbao, durante más de un siglo.
De nuevo el antiguo ferrocarril ha sido renovado como El Transcantábrico, por el norte de las provincias de León, Palencia y Burgos hasta unir con el circuito del Cantábrico, Bilbao, Santander, Oviedo, Ferrol y Santiago de Compostela, a ambos lados de la cordillera. ¡Moderno camino jacobeo en tren!
La celebración anual de El día de la Olla ofrece un recuerdo a los ferroviarios que viajaban en las cabinas abiertas de los vagones del antiguo ferrocarril, soportando frío, nieve y agua, vigilando los frenos manuales de los trenes hasta Bilbao, mientras hervía la típica olla con el cocido de alubias, garbanzos, chorizo, la morcilla y el tocino, al mismo tiempo que les servía de estufa.
La casa consistorial, construida en el año 1929, es obra importante, no terminada según el proyecto del arquitecto Blanch, pero sí el añadido dirigido por Martín Granizo en el año 1980. El mercado de los jueves, en una plaza cubierta de hierro moderna, mantiene viva la historia de Cistierna, que vuelve a tener actividad, gracias a la ganadería extensiva e intensiva de la montaña y su selección de carnes de calidad, que ha sustituido al transporte de hulla, en los nuevos polígonos industriales de Vidanes y Sehelices de Sabero.
Típicos son los sabrosos dulces o Lazos de San Guillermo, Las Teclas y otros productos, como la sopa de trucha, el queso de pata de mulo, la cecina de Valmartino o las jijas (adobo de cerdo con ajo y pimentón rojo).
En Cistierna se encuentra también el eremitorio de San Guillermo, el cual es el patrono de la población.
San Guillermo fue, posiblemente, un peregrino francés del Camino de Santiago, que terminó “su camino” como eremita en una cueva, en la ladera norte de Peñacorada, en época incierta. Después se hizo monje en el monasterio de la Virgen de Vallulis (La Velilla), donde organizó la comunidad y fue abad. Un mirador ante la cueva y capilla del santo permite tener una bella vista del valle del Esla.
La sierra de Peñacorada (coronada) con 1800 metros de altitudes el muro de la Montaña y Cistierna la puerta. Varios pueblos, de origen muy antiguo, se acogen entre los repliegues de las laderas de Peñacorada, rodeados de vegetación, y en sus pequeños valles son verdaderos remansos de paz y tranquilidad veraniega: Ocejo de la Peña, Fuentes de Peñacorada, en el lado norte y Prado de la Guzpeña, Robledo de la Guzpeña, Quintana de la Peña, ya despoblado y Valmartino, en el lado sur. El término peña define su situación.
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